Los Angelitos
Estos hechos ocurrieron muchos años atrás en nuestro pueblo de Quilaco, relatos dados por una notable
Vecina de Quilaco , la Sra Lidia Arteaga.
"Un Angelito siendo velado" |
-Alrededor del año 1920 se acostumbraba a velar los
angelitos ubicados en una silla con un platillo en las manos para recibir las
erogaciones de los asistentes del velorio. Para mantenerles los ojos abiertos
se los colocaban en trocitos de palos de fósforos. Luego cantoras especialmente
contratadas entonaban algunas canciones especiales para estos casos mientras
algunos bailaban una especie de cueca balseada, cuya letra era muy sentimental
y apropiada para la ovación. Claro está que otros de los patios se preocupaban
de contar chistes y chascarros entretanto degustaban buenos Mostos y Gloraos para despedir los
angelitos.
Violeta Parra, Rin del Angelito
Pero todo no terminaba allí. Había personas que solicitaban
prestados los angelitos para también darle su despedida. En este aspecto es
´oportuno recordar un hecho muy pintoresco protagonizado por una vecina de
Quilaco la SRA. NIEVES LAGOS DE FUENTE, la cual pidió prestado a un angelito
para atraer vecinos y poder vender una
pipa de chicha de varias arrobas que peligraba en avinagrarse e. El éxito fue
total, la chicha se hizo poca para la alegría de doña Nieves. Pero entre, los
concurrentes no falto el chusco que creo varios versos aludidos ala la
oportunidad y de los cuales destacamos los siguientes:
QUE GLORIOSO EL ANGELITO,
QUE MURIO CON TANTA DICHA
MAS GLORIOSA LA SRA. NIEVES
QUE VENDIO SU PIPA DE CHICHA……….
Deportes Quilaquenses
Existían las topeaduras a caballos en el que participaban huasos que a veces achispados por unas copas
demás se agarraban a punta de “argolla, penca y estribos”. En esta oportunidad
los representantes de la ley denominados por el vulgo como “pacos” debían montar buenas cabalgaduras y ser diestros
jinetes para poder enfrentarse en forma temeraria con los huasos alborotados.
Supersticiones.
En esa Época,
cuando una niña casera era asedeada por algún galán durante la noche se le
presentaba un duende que en algunas oportunidades le prohibía que siguiera con
esa relación sentimental, y si la dama persistía en su afán, el duende la amenizaba
con grandes calamidades. Muchas niñas siguieron los consejos de estos
personajes de leyendas y se quedaron viudas por el resto de sus días.
Otra tradición muy popular en Quilaco , hasta alrededor del
año 1940, era cortar los tacos de los zapatos de las personas difuntas ante
depositarlas al ataúd, ya que ellos imitaban a los zapatos del diablo lo que
facilitaría la labor del mandinga para llevarse el alma del muerto.